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Por ahí de 1984, ya no digamos ver en concierto, sino simplemente saber de la existencia de W.A.S.P. en la escena metalera de nuestro país, se consideraba como algo de lo más subterráneo y pesado que se podía ser. Veinte años después los mejores años de la banda han quedado atrás aunque su actividad ha sido constante, y es en este momento cuando al fin visitan México, continúan teniendo ese morbo e incertidumbre entorno a su persona: que si Blackie Lawless estará gordo, que si se parece a Victoria Rufo (aunque la verdad se parece más a Maria Conchita Alonso), en fin, como quiera este sería un evento obligatorio para toda un a generación de melómanos, los cuales a final de cuentas presenciaron como sus legendarias escenografías se verían reducidas a un espectacular atril infernal para el micrófono del cantante, el cual apenas cupo en el reducido escenario del Hard Rock Live en medio de los temas clásicos que desfilarían por 1 hora y 20 minutos.
a velada que se suponía sería una simple reunión de generación, terminó siendo un formidable viaje en el tiempo, en el cual Lawless y compañía (los cuales por cierto casi nadie sabe quienes son y tampoco interesa), pasaron lista a varios clásicos, entre los que destacaron la abridora On Your Knees, Love Machine, Sleeping In The Fire, Wild Child, Animal (Fuck Like A Beast) -canción que hace veinte años hubiera provocado la cancelación del concierto- y I Wanna Be Somebody entre muchas más. La banda de desconocidos lo hace muy bien y la voz de Blackie se conserva lo suficientemente bien como para remontarnos al momento de su lanzamiento, aunque de repente se dejaron escuchar varios efectos y procesadores que lo ayudan; por otro lado la responsabilidad de los coros la descansa por completo en sus secuaces. También ahí estuvieron las sierras metálicas montadas en sus brazos y cabe mencionar que tal y como lo hace desde hace ya varios años, esta noche Blackie tocó la guitarra, dejando atrás el bajo, del cual se encargó al principio de su carrera tras la dificultad para encontrar un bajista que encarara su proyecto.
Este gran ídolo de viejas batallas, encaramó sus más de seis pies de altura y humanidad en su micrófono infernal, una suerte de columna vertebral con manubrio para conducir, en la que se meció placenteramente ante nuestra envidia. Y esa noche de lo más recóndito de nuestra memoria, de alguna manera volvieron las letras de esas canciones, que al menos en el caso de varios, tenían años de no repasar. Blind In Texas puso final a un estupendo concierto, en el que se ejercitó la nostalgia por un lado, y por otro brindó la oportunidad de escuchar material de sus discos conceptuales como The Crimson Idol y los más recientes de su colección: The Neon God en sus dos partes, los cuales se revelaron como obras menospreciadas que merecen más atención. Y para esta noche el broche de oro corrió a cargo del acostumbrado brindis con sangre, con el que Blackie celebró su triunfo musical. Pero lo que no le perdonamos es que, al menos en la Ciudad de México, nos dejó esperando un taco carne, su conocida especialidad. |
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