|
|
|
 |
|
Aunque Bad Religion es un referente obligado del Punk, para nada se asume como una banda extremista. Si algo los ha mantenido fieles a sus ideales, a lo largo de más de dos décadas de trayectoria desde su formación en San Fernando Valley, California, es su disposición a la tolerancia, como lo dice el guitarrista Brian Baker. “No estoy de acuerdo en que la gente mate animales para vestir con sus pieles, pero tampoco por eso voy a desgarrar los abrigos de cuanta persona me encuentre por ahí. A fin de cuentas, esos abrigos son de su propiedad y respeto eso. No somos ese tipo de punkers extremos”, expresa en el interior de su camerino, minutos antes de que el grupo se presente por primera vez ante público mexicano, en el escenario del Salón 21.
Bad Religion cuenta en su haber con una serie de discos como Stranger Than Fiction, The Gray Race y New America, en el que su líder, el cantante Greg Graffin se ha dedicado a criticar el modelo económico de los Estados Unidos así como sus lógicas y devastadoras consecuencias al ser impuesto en el resto del mundo. Graffin es también el autor de un lúcido y reflexivo texto, Manifiesto Punk, donde teoriza sobre los orígenes, alcances y futuro del movimiento musical y social ante todo. Muchos de los que hoy proclaman a American Idiot, de Green Day, como el disco que vino a reivindicar al Punk, tal parece que la trayectoria de grupos como Bad Religion les pasó de noche.
Baker, sin embargo, no ve con malos ojos este fenómeno. Para él, el que grupos de Punk accedan a las grandes ligas del ‘mainstream’, tiene que arrojar algún resultado positivo para el movimiento, aunque sea a largo plazo. “Significa que esos espacios no están ocupados por música basura y que los niños están escuchando Punk. Quizá cuando crezcan puedan introducir ideas ‘rebeldes’ en los sitios donde trabajen. Green Day es un ejemplo de algo que siempre he creído: para cambiar el sistema no hace falta destruirlo, sino ir con él, introducirte en el sistema y entonces joderlo desde adentro”, expresa. Y lo más importante, indica: “Aquel Punk que se trataba de destruir lo existente para construir otro sistema nuevo nunca nos ha convencido. El Punk debe joder al sistema desde adentro, pero adaptándose al cambio. El radicalismo no lleva a nada bueno”.
El más reciente disco de Bad Religion, Empire Strikes First, hace especial hincapié en criticar la política armamentista de George W. Bush y la intervención de la iglesia en todos los sectores sociales. Es en sí, una placa guitarrera con mucha rabia contenida. No obstante, los músicos descartan que su objetivo sea abrirle los ojos a nadie. Por encima de todo, prevalece la necesidad de divertir y divertirse. “Es triste que sólo los músicos expresemos nuestra opinión, a veces uno quisiera ver más gente en las calles mostrando su inconformidad, pero tampoco perdemos de vista que somos un grupo de rock y debemos divertir la gente, no aleccionarla”, comenta el guitarrista, entre tragos de cerveza, “nosotros también nos divertimos haciendo música y eso es lo más importante”.
La gran mayoría del material de Bad Religion se ha editado a través del sello independiente Epitaph Records, propiedad de su guitarrista Brett Gurewitz. El manager de la banda, por cierto, actualmente es el bajista Jay Bentley. Baker afirma que esta dinámica de trabajo, tan ‘comunal’, por decirlo así, le ha proporcionado al grupo la libertad creativa que requiere para continuar vigente luego de más de dos décadas de existencia y constantes cambios de alineación. “No veo nada malo en que seas una banda del mainstream siempre y cuando sea por decisión propia, no porque las circunstancias te obliguen”, subraya, “nosotros tenemos un sello que nos deja trabajar con total libertad, pero si a otras bandas les funciona otra forma de trabajar, lo respetamos. Respeto, de eso se trata todo”. |
|
|
|