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Cuando se dio a conocer el
cartel para esta edición del festival californiano, parecía
que los grupos a presentarse lo harían tan entrañable, y
probablemente más extraordinario que el del pasado. Se anuncio
a Coldplay y Nine Inch Nails como estelares, e insólitamente
los organizadores procurarían juntar a varias agrupaciones del Postpunk británico, estas serían New Order y las reuniones
de Bauhaus junto a la de Cocteau Twins, sin embargo, a principios
de febrero Elizabeth Fraser la cantante de esta última
banda explicó que no tenía la menor intención de participar
en la reunión. La noticia hizo que muchos desistieran de peregrinar
a los campos de polo en Indio, California, sin embargo el peso de las bandas
restantes, a escoger entre noventa y dos actos diferentes, continuaba siendo
suficiente.
Lo
más notorio desde el primer día fue que el infernal calor,.
El ámbito musical empezó con los Raveonetes y su actualización
al sonido de Jesus And Mary Chains. Las carreras comienzan y a quinientos
metros se presenta The Kills, cuya vocalista por el estilo nos recuerda
a Siouxie Sioux con un trabajo de guitarra bastante acelerado.
Otra caminata y de vuelta en el escenario principal para ver a Keane,
se dice que podrían suceder a Coldplay si no fueran tan fresas.
De regreso a las carpas había que atestiguar como recibía
nuestro continente a los Stereophonics, adaptándose al pequeño
escenario hicieron gala de su abolengo británico, derrochando energía
del típico sonido Bristol quienes en Inglaterra atascan sin problemas
la arena de Wembley o el festival de Reading. Pero. Al mismo tiempo se
presentaba en la carpa electrónica James Lavelle, del proyecto JUNKLE.
Pasadas las siete y media
llegó el momento en el que todos los mexicanos asilados durante
ese fin de semana en Coachella se reunieron con gustos encontrados para
atestiguar la presentación de Café Tacvba, ya sea
por gusto o por morbo. La banda se presentó ante 5000 personas luego
de unos problemas su set comenzó con No Controles y cuando
llegó Eres la ovación fue mayor, pues esta canción
tuvo gran rotación en la radio anglosajona. A varios metros de distancia
y con más gente Weezer realizó una impecable actuación,
complaciente pero efectiva. Y cuando parecía que los nerds se habían
apoderado del lugar, las tinieblas llegaron para enmarcar el inaudito regreso,
por única ocasión, de Bauhaus a los escenarios.
Bauhaus es algo exorbitante
en todos los sentidos imposibles de explicar, y cuando a principios de
la década de los ochenta esta entidad de auténtica Música
Oscura emergió de las cavernas londinenses, nadie se imaginó
que veinticinco años después se presentarían ocupando
recursos tecnológicos que harían palidecer a cualquier banda
de Heavy Metal. Entre humo David J al bajo, Daniel Ash en la guitarra y Kevin Haskins en la batería comenzarían
a estremecernos tocando la legendaria Bela Lugossi´s Dead,
y para cerrar el cuadro a la siniestra del escenario, por los aires y de
cabeza, sí como auténtico vampiro, apareció Peter
Murphy. El impacto fue mayor para propios y extraños, los cuales
en conjunto conformaron una audiencia de alrededor de cuarenta mil personas.
Los alaridos fueron incontenibles a lo largo de los más de doce
minutos que dura la canción. Y ya por la tierra, Murphy hipnotiza
con un atuendo mesiánico, bastón incluido, cabello blanco
y desaliñado con un bigotito que lo emparentó más
con Carlinflas que con Chiquidracula. Por otro lado lo inaudito,
dos grandes brazos de luces robotizadas en ambos lados del escenario, rampas,
rayos láser y pantallas gigantes no hicieron más que exaltar
temas como The Passion Of Lovers, A God In An Alcove, Double Dare, In
The Flat Field y la majestuosa She´s In Parties, todas
piezas de ese muestrario inclasificable que conforma el universo de Bauhaus.
Cerrarían dedicando Dark Entries a Ian Curtis y con Murphy aseverando: “Ahora sí pueden decir que aquí
estuvimos”.
Aún
impacto de los entes malignos al final del día la presentación
de Mercury Rev y hasta el fondo los seguidores de la Electrónica son un mundo aparte con los Chemical Brothers, los cuales reunieron
a una gran audiencia. A unos cuantos metros Mike Patton (Faith
No More) y Dave Lombardo (Slayer), realizan los últimos
chequeos de sonido para Fantomas, el proyecto inclasificable de Noise Experimental, con el que por poco más de una hora dejarán
atónita a su extraña audiencia nutrida de metaleros, punkes
y extraños que aúllan, hace slam o claman por temas de Slayer.
La agonía por ver a Bauhaus y Fantomas se desmoronó
ante el saber que se regresaría al otro día para seguir sufriendo
con los cambios de escenarios, el frío pero sobretodo por el desgaste
emocional del siguiente cartel. A lo lejos escucho a Chris Martin mientras
se despedida de la multitud en apariencia satisfecha, según dijeron
fue un buen concierto de una banda inflada que no dará para más.
El segundo día se
antojaba más relajado y así fue con puras bandas para atascarse
de sonido Indie, este día carecía de actos estelares
como el día anterior, o al menos de similar relevancia. En el escenario
mayor se presenta The Futureheads con una propuesta de Punk que
dejaría mucho que deseas, mejor sería regresar a las carpas
para presenciar a The Bravery. Estos sirvieron de pretexto para
apostarle más a las agrupaciones que se sucederían en el
escenario principal como New Order. Para ello los presentes se tuvieron
que chutar a Gang Of Four Publicitados como la banda de mayor influencia
de Interpol. Pero lo que seguía sería sin duda de
otro nivel, aparte de que presenciar a New Order en este continente
no es cosa de todos los días; esta banda surgió de las cenizas
del Joy Division de Ian Curtis, los que engalanaron su presentación
interpretando, no una sino tres canciones de la vieja 'División de
la Diversión': Love Will Tear Us Apart, Transmission y Atmosphere.
Y por supuesto que también estuvieron presentes Love Bizarre
Triangle y New Blue Monday ante la que dijeron extrañar
a Kilye Minogue, de quien samplearon su voz para los coros. Y lejos
de caer, como admirador, en la emoción de que se trata de
los ex-Joy Division, lo extraordinario es que lo hacen estupendamente
bien sobre el escenario y escuchar ese bajo es entender a toda una generación
musical que se desencadenó siguiendo esos determinantes punteros.
Tras
esta cátedra fue imposible moverse de la barrera del escenario principal
y no por lo atónito sino por las 40 mil personas que había
detrás esperando por Trent Reznor. Pues a pesar de que a
estas alturas cualquiera de nosotros ha escuchado a Nine Inch Nails habrá que decir que la banda suena igual y hasta ahí
habría acabado el concierto; el ver al supuesto genio que revolucionó
a la música como la conocemos ahora (según reza el slogan
transmitido por la única estación de radio que programa “rock”
de actualidad en México) aunque a decir verdad sería mejor
escuchar a sus verdaderas influencias Skinny Puppy y Ministry y no copias baratas. En busca de un buen postre musical en las
carpas y ante una audiencia atónita se descubriría a los Blood Brothers, conocidos anteriormente como Mars Volta claro
antes de la mercadotecnia, quienes ahora se presentan más frenéticos
y en drogas. En el mismo tenor gutural, The Prodigy ponía
punto final al festival en uno de sus escenarios, ante una aún numerosa
audiencia. Durante la retirada se escuchan los rumores sobre una posible
reunión de The Smiths. |
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