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Érase una vez un álbum llamado Felt Mountain (Sum Records, 2001). Oscuro, seductor, engañador, con un brillo débil pero profundamente cinemático; esa fue la esencia de la música esotérica creada por el singular proyecto individual llamado simplemente Goldfrapp.
A través de una colaboración bendita de Alison Goldfrapp compositora, vocalista, silbante y tecladista, con su colega Will Gregory, este proyecto ha logrado forjar uno de los álbums más notables en cuanto a producciones debut nos refieren los últimos tiempos.
Tomando un poco de inspiración de Música Clásica, Goldfrapp logra entremezclar una propuesta sonora que bien podría funcionar como una banda sonora de algún filme de arte pero que al mismo tiempo se incorpora al Pop francés de los 60's con la decadencia del Cabaret Weimar Republic, donde Alison y Will lograron crear música terrorífica con todo y su barullo rumbo al siglo XXI entrelazando los instrumentos convencionales con el Noise Pop de las frecuencias electrónicas izquierdistas para generar una reinvención suntuosa y apasionada de la música moderna.
Las melodías agridulces unidas con erupciones de ese Noise, nos invitan a todos y cada uno de nosotros a elevar la tensión del desdoblamiento emocional en conjunción con el drama sonoro. Pero en esencia, esta ilusión rural, deliberadamente nos invita a digerir las leguminosas tradicionales del género plenamente enclaustrados en círculos alternativos, ya que estas novedades ambiguas creadas por Goldfrapp parecen evocar imágenes metafóricas del amor sadomasoquista que aparenta ser bello pero temible para el futuro de las sociedades, medio remembrado a través de las comunicaciones álmicas de los sueños y los temibles androides con forma de humanos.
Alison Goldfrapp y Will Gregory, se están caracterizando por intoxicar la música moderna alternativa a otro camino pero siempre con la mirada fija el júbilo aplastante vanguardista que destroza cualquier gran amor de estilos sonoros que son dominados por la angustia de la moda.
Imbuido con el estado de maravilla infantil, la producción Felt Mountain es una experiencia regocijante, indefinible e insolente que vivifica el pulso e inflama los sentidos. Violencia, soledad y peligro siempre están en cada creación y corte del grupo; es amor, esperanza y ternura hacia la redención.
Hace mucho tiempo... Alison Goldfrapp estudió el arte de pintura fina en la Middlesex University y durante su curso ella empezó a trabajar en este experimento que se enfocó a combinar la música con el performance extravagante, al mismo tiempo que se montaban piezas de efectos visuales con sonidos. A través de esta experiencia primaria Alison encontró su verdadera vocación artística. Incluso, antes de que Goldfrapp dejara la universidad, ella ya había colaborado profesionalmente con Tricky en su álbum debut.
Después del éxito obtenido con ese trip-hopero, Alison trabajó con sus amigos de Orbital; luego de esto ella sintió que sus impulsos creativos necesitaban ser expresados por si solos, así que se puso en mente crear música eterna, quizás con algunas corazas épicas pero que estuvieran al alcance de todos los mortales.
Durante la decadencia de la década pasada, un amigo mutuo entre Alison y Will le presentó una cinta de Goldfrapp a Gregory (quien se dio a conocer por el filme The British Football Holligan ID), quedando este impresionado por lo que escuchó en dicha cinta, al igual que por su voz distintiva, música y letras. Después de experimentar con algunos cortes preferidos de ambos, ellos se concentraron en una producción ya en forma en donde se presentaran sus raíces y gustos musicales.
Retirándose de cualquier distracción urbana, comercial o genérica que describa el mundo de la música actual, los dos se concentraron dentro de un viejo recinto para la producción de Felt Mountain que logró conjuntar el sentido colectivo de los anhelos de ambos, sin olvidar la tradición del AvantGarde pero no reconociendo ninguna limitación. |
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